Durante el verano, los niños, niñas y adolescentes pasan más tiempo al aire libre y están más expuestos que en otras épocas del año a sufrir los daños que causa el sol. Por lo tanto, son susceptibles a quemaduras, golpes de calor (insolación), alteraciones del sistema inmunitario (disminución de las defensas), afecciones oculares, envejecimiento temprano de la piel y aumento de la posibilidad de padecer cáncer de piel en la vida adulta.
Para disminuir el riesgo de daño, se aconseja:
• Evitar la exposición solar entre las 11 y las 16 horas
• Cuidarse del sol en lugares más altos (montañas, sierras, cerros), ya que el daño es mayor
• Prestar atención también a los terrenos que reflejan la radiación solar, como la arena, agua, nieve y pastos
• Buscar lugares cubiertos por sombra, como carpas o sombrillas
Para una correcta exposición solar, se recomienda:
• No exponer de manera directa al sol a menores de 1 año de edad, pacientes con enfermedades fotosensibles o con antecedentes de cáncer de piel
• Evitar permanecer mucho tiempo al sol
• No utilizar colonias o cosméticos durante la exposición
• Aplicar protectores solares factor 50 o mayor, incluso los días nublados, tanto en piel como en labios. Colocar en forma generosa y uniforme en todo el cuerpo, aproximadamente 30 minutos antes de la exposición solar. Recolocarlo cada 2 o 3 horas y/o después de nadar y/o transpirar de forma intensa.
• Usar ropa de colores claros
• Secarse luego de un baño
• Proteger los ojos con anteojos adecuados (100% UV)
• Beber abundantemente líquidos, especialmente agua
Es oportuno remarcar que los comportamientos y hábitos saludables que se adquieren en la infancia, tienden a perdurar a lo largo de toda la vida.